No to child pornography
Dios ha infundido un sueño profundo a Adán y forma de su costilla a Eva. Al despertarse Adán y ver a Eva desnuda enfrente de él, grita: “¡Eres carne de mi carne y hueso de mis huesos!”.
Juan Pablo II comentando esta escena dice: “La exclamación del primer varón al ver la mujer es de admiración y de encanto: abarca toda la historia del ser humano sobre la tierra” (Juan Pablo II, Mulieris dignitatem (1988), 10).
Se evoca aquí la resonancia somática del hombre al contemplar la belleza. Nada tiene que ver esa vivencia con la pornografía. Juan Pablo II distinguía claramente entre las manifestaciones de la belleza y otras manifestaciones que en lugar de sublimar al hombre lo dañan: “hay también producciones artísticas –y quizás más a menudo reproducciones [fotografías]– que suscitan objeciones en la sensibilidad personal del hombre, no por causa de su objeto –pues el cuerpo humano, en sí mismo, tiene siempre su inalienable dignidad–, sino por causa de la cualidad o modo en que se reproduce artísticamente, se plasma, o se representa. (...) Es bien sabido que a través de estos elementos, en cierto sentido, se hace accesible al espectador, al oyente, o al lector, la misma intencionalidad fundamental de la obra de arte o del producto audiovisual. Si nuestra sensibilidad personal reacciona con repugnancia y desaprobación, es porque estamos ante una obra o reproducción que, junto con la objetivación del hombre y de su cuerpo, tiene una intencionalidad fundamental que supone una reducción a rango de objeto, de objeto de ‘goce’, destinado a la satisfacción de la concupiscencia misma. Esto colisiona con la dignidad del hombre, incluso en el orden intencional del arte y de la reproducción” (Juan Pablo II, Audiencia general, 6 mayo 1981, en La redención del corazón, 258).
Como ha señalado Jaime Nubiola en La marea negra de la pornografía, "La influencia más negativa y general de la pornografía es que empobrece la imaginación de varones y de mujeres hasta el punto de llegar a conformar reductivamente las relaciones entre ellos".
Desde éste espacio nos unimos a la campaña de rechazo a la pornografía no por irenismo, sino por la deshumanización que produce.
Juan Pablo II comentando esta escena dice: “La exclamación del primer varón al ver la mujer es de admiración y de encanto: abarca toda la historia del ser humano sobre la tierra” (Juan Pablo II, Mulieris dignitatem (1988), 10).
Se evoca aquí la resonancia somática del hombre al contemplar la belleza. Nada tiene que ver esa vivencia con la pornografía. Juan Pablo II distinguía claramente entre las manifestaciones de la belleza y otras manifestaciones que en lugar de sublimar al hombre lo dañan: “hay también producciones artísticas –y quizás más a menudo reproducciones [fotografías]– que suscitan objeciones en la sensibilidad personal del hombre, no por causa de su objeto –pues el cuerpo humano, en sí mismo, tiene siempre su inalienable dignidad–, sino por causa de la cualidad o modo en que se reproduce artísticamente, se plasma, o se representa. (...) Es bien sabido que a través de estos elementos, en cierto sentido, se hace accesible al espectador, al oyente, o al lector, la misma intencionalidad fundamental de la obra de arte o del producto audiovisual. Si nuestra sensibilidad personal reacciona con repugnancia y desaprobación, es porque estamos ante una obra o reproducción que, junto con la objetivación del hombre y de su cuerpo, tiene una intencionalidad fundamental que supone una reducción a rango de objeto, de objeto de ‘goce’, destinado a la satisfacción de la concupiscencia misma. Esto colisiona con la dignidad del hombre, incluso en el orden intencional del arte y de la reproducción” (Juan Pablo II, Audiencia general, 6 mayo 1981, en La redención del corazón, 258).
Como ha señalado Jaime Nubiola en La marea negra de la pornografía, "La influencia más negativa y general de la pornografía es que empobrece la imaginación de varones y de mujeres hasta el punto de llegar a conformar reductivamente las relaciones entre ellos".
Desde éste espacio nos unimos a la campaña de rechazo a la pornografía no por irenismo, sino por la deshumanización que produce.
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