En el centenario de Hannah Arendt
Por Juan José García Noblejas
(Scriptor 16/10/2006)
Ayer fue el centenario del nacimiento de Hannah Arendt. Admirable y admirada persona, que da la impresión de no haber aún recibido la atención merecida por su pensamiento y sus escritos.
Quizá es como si -al no reconocerla- no quisiéramos reconocer que aún vivimos tiempos de oscuridad, en los que, más que a unas u otras ideologías, teorías y conceptos prefabricados, merece la pena mirar las cosas a la luz de la vida y las obras de algunas personas. Personas también como ella misma.
Puesto que mi admiración por algunos de sus escritos no da de sí para poder rendir ese homenaje, lo he buscado en estos días, hasta ayer, en la red. Y, habiendo encontrado algunas efemérides periodísticas, las ofrezco a continuación.
Pero antes quisiera recordar algunos de sus pensamientos más fuertes e interesantes de su filosofía moral, en parte esquivados o marginados en esos artículos:
Hannah Arendt fue una pensadora 'situada' en su tiempo, que -entre otras cosas- reflexionó sobre el totalitarismo en los años 50, sobre la crisis de la tradición humanística en los años 60, y sobre la legitimación de la violencia en los movimientos de protesta de los años 70.
Hannah Arendt fue una pensadora humilde y fiel ante la realidad de las cosas.
Fue, como dice Elisabeth Young-Bruehl (Hannah Arendt: For Love of the World, Yale Un. Press, 1982), una persona que sabía agradecer las cosas que nos son dadas: la vida misma, la existencia del ser humano y del mundo. Para Annah Arendt esa gratitud es el rasgo más genuino de la 'condición humana'. Una gratitud fundada -decía- en la convicción de que "el mundo, tal y como Dios lo ha creado, me parece bueno". Así escribía en 1947, tiempos de guerra, destrucción y genocidio.
Desde ahí se entiende bien que hable tan profundamente del nacimiento de una persona como radical novedad en el mundo humano, y que las actividades básicas (dentro y más allá de las exigencias de la 'polis') tienen que ver con la capacidad de perdonar y de prometer.
Ana Arendt -a diferencia de Heidegger- mantuvo contra viento y marea la noción de 'humanitas' clásica, incluso -como dejó en el mismo título de un libro emblemático, cuando encontraba que esa humanidad vivía tiempos oscuros.
'La humanidad en tiempos de oscuridad', en los que, mientras se observa que el sentido del mal se convierte en algo banal (Eichmann in Jerusalem. A Report on the Banality of Evil) , aparecen síntomas de nostalgia y búsqueda de la trascendencia. En esta tesitura Arendt sugiere que la iluminación necesaria para ver en estos tiempos proviene menos "de teorías y conceptos" y más "de la luz incierta, titilante y a menudo débil que irradian algunos hombres y mujeres en sus vidas y en sus obras".
Estoy convencido de que Arendt, pensando y sintiendo como hebrea desde el fondo de su alma, admiradora de Aristóteles, de Pablo de Tarso, de Agustín de Hipona, hoy -cuando persisten tiempos de oscuridad- dialogaría muy a gusto con Benedicto XVI.
Estos son los enlaces a algunas páginas de interés general y algunas de las efemérides con ocasión de su centenario:
- Hannah Arendt (1906-1975)
- Hannah Arendt
- Hannah Arendt (Wikipedia, español)
- El perdón y la promesa
- Arendt?s Insights Echo Around a Troubled World
- Trying To Update a 20th-Century Master
- Hannah Arendt, 100 Years Later
- The philosophical Madonna
- Un siglo en pensamientos
- La filósofa que estaba en el secreto
- La filósofa enamorada
- Arendt, el siglo del totalitarismo
- Una de las figuras más fascinantes del siglo XX
- El espectro de Hannah Arendt
- La existencia pensante de Hannah Arendt
- Por qué Annah Arendt importa
- Hannah Arendt: Una mujer libre, contra fanáticos socialistas, liberales, comunistas y demás ralea